Tuesday, February 25, 2014

"The Telling Room" by Michael Paterniti


A year in Province and then some more... a lot more.

In the hands of a capable novelist, this story of a man's attempt to honor his father through the production of a local cheese and the friend that may or may not have betrayed him, might have been a better work than “The Telling Room.”

Michael Paterniti, a travel writer and freelance journalist, saw what he thought was a story, a cautionary tale, an echo of man's inhumanity to man, and took off in search of the truth. The problem with his venture seems to be that there was no truth, only ambiguity and a messy affair that didn't fit a journalistic template.

The author is frank about how often the book went cold on him, how many times he had to throw away a stack of papers and start all over again.

“The Telling Room,” is about many things, most of them having to do with Spain. At times it is quite interesting, and the opening salvos are certainly intriguing, but the author clearly got lost and ended up barely pulling out something serviceable that his publisher could accept for the advance paid.

“The Telling Room,” never truly coheres and never really gets anywhere but where we all get; a little older, a little fuzzier, and a little sadder. The writer spread himself thin trying to catch the essence of Castile and the wider expanse of Spain, but he could not weave this dream right.

“The Telling Room” is pocked throughout with footnotes parked in big spaces that often dwarf the writer's main text and take one off-track when they should have been worked into the story and enriched it, rather than served as distracting adjuncts.

Like countless writers before him, Paterniti is bewitched by Iberia and its people. He holds forth on what the ancient land and its wise, yet life-loving people, can teach us, but that did not prevent him from engaging the uniquely American predilection for prattling on endlessly about himself.

Whether it's the “Legend of El Cid,” the bullfight, the process of cheese making or Real Madrid soccer, the discussion always comes back to the author, his family, his thoughts and his personal progress. It shouldn't. It should be about Spain.

“The Telling Room,” represents a case of promise unrealized.

Wednesday, February 12, 2014

“Ursúa” by William Ospina


Ursúa” abre las puertas del pasado sobre el mundo fantástico de colores y humanidad vencida que fue Sur America para los que llegaron de Europa y para quienes los recibieron.

Si el protagonista principal es el guerrero homónomo de pocos años y sangre de Aquitania, los indígenas de las tierras firme y caliente, o del istmu de Panama o de Mexico nunca ceden su lugar en el primer plano del Colombiano William Ospina.

De Ursúa el jamás identificado narrador nos cuenta: “Esas eran las aventuras con que soñaba: apartar los ramajes para descubrir un océano, ser el primero a las puertas de una ciudad incomprensible, destrenzar las serpientes enormes para llegar al tesoro escondido, ver los dragones o los gigantes de un mundo nuevo, someter pueblos feróces o dominar a los reyes del río del trueno.”

Viene con éstas inspiraciónes pero con el cargo oficial de imponer nuevas leyes del Imperio de Carlos V para proteger a los muy malparados indios.

El autor recupera, para los que no lo conocían, los jefes, los guerreros, princessas y peónes que sufrían la crueldad de unos hombres desalmados y ciegos por el oro. Cuenta las torturas y maltratos absorbidos por los indígenas.

Basta un ejémplo para dar idea del nivel de hostigamiento que sufrieron milliones de séres humanos reducidos a la esclavitud y la muerte: Cuando un capitán español es alcanzado por una flecha, el médico ordena que le trajen un indio y a éste se le abre el pecho con cuchillo, mientras esta consciente, para adivinar como remendar el conquistador herido, y luego dejarle morir desangrando.

Para Oramín, el assistente indigena de Ursúa: “Los poderosos enemigos habían llegado y ahora triunfaban; crueles dioses estaban con ellos; un bello mundo estaba declinando; una maldición indescifrable se cumplía contra estos reinos que gozaron por miles de soles y de lunas una felicidad irrepetible. No encontraba lugar para la esperanza. Podía ver que los invasores no estaban de paso, que habían venido para quedarse, y que en su mundo lejano quedaban todavía incontables guerreros esperando su turno para venir al incendio y a la rapiña, de modo que ya nadie podía, como Tusquesusa, y como los primeros testigos en las islas, alimentar la ilusión de que un dia se fueran.”

Poco tiene que prestar Ursúa al esfuerzo del la corte imperial para proteger los indios. “Ya empezaba a sentir en su propia conciencia la contradicción entre ser encargado de la justicia y ser un aspirante a las riquezas y los repartos de las Indias,” explica el narrador.

El nuevo mundo es un lugar de poca ley o justicia y Ursúa encuentra tierras donde los Españoles, en cuanto no andan desatando masácres sobre los muiscos o zapes, matan entre sí con mucho brío. Reinan aparte distintos conquistadores que, hasta entonces, mandaban un cuarto de las riquezas robadas de los tribus naturales al corte imperial para luego administrar las nuevas tierras a sus antojo.

Cuando el tío de Ursúa, Armendariz, manda un tal Robledo a relevar el conquistador Belalcázar de su cargo, éste lo toma como prisionero, lo despoja de sus bienes, y lo mata. Apelando al hombre fuerte del imperio en las Indias – La Gasca – Armendariz se entera de que no habra justicia para Robledo por que el emperador necesite el apoyo del cacíque renegado.

Pero Ursúa no viajo al nuevo mundo a matar ibericos y luego gana su renombre destripando a los nativos de la tierra invadida.

Por eso amaba tanto la guerra,” escribe Ospina, “porque sentía que en sus vórtices era posible ser brutal sin dejar de ser un caballero, y tal vez por eso lo tentaban más las guerras contra infieles, contra indios y esclavos, por que su dios lo autorizaba a toda crueldad mientras no estuviera atentando contra sus semejantes.”

Aprendemos que, contra Ursúa, el jefe Tayrona reunió pueblos que se unían “por el odio y miedo” y que, “Vinieron a su ejército los canoeros de Jate Teluaa, en las puertas del gran mar azul, la madre del oro, y hombres embijados, con lanzas talladas en fémures, que avanzaron desde Java Nakúmake, madre de los lechos de sal; y vinieron remeros de Lúdula, en el espejo inmóvil, la madre de los peces de muchos colores y formas, y de la desmbocadura del río Tucirina, en Java Katakaiwman, madre de todo lo que existe en el mundo; tropas empenachadas de plumas de Kwarewmun, la madre del barro, y guardianes del Ñui de Aracataca, que detienen co rezos a las fuerzas malignas, y mantienen con ofrendas el equilibrio.” 

Y así por todo el libro, el autor diestramente compaginando una lectura histórica con una prosa que embellece y hace más entrañable su recuperación detallada de pueblos desaparecidos.

Impresiona el esfuerzo, y la variedad de tacticas, hecho por los indígenas, tanto como la manera en que los españoles dominaron tanta tierra poblada con tan escasas tropas. Es una história de armas superiores.

Cuenta el narrador las dificultades que tienen los invasores en una contienda contra un guerrero con espada español hasta que viene alguién que le dispare desde atrás con su arcabuz, rompiendole la espalda y ¡Viva España!

Al final no triunfamos los humanos, al final sólo triunfa el relato, que nos recoge a todos y a todos nos levanta en su vuelo, para después brindarnos un pasto tan amargo, que recibimos como una limosna última la declinación y la muerte.”

Así concluye Ospina ésta divertida novela, con ese estilo entre lo fantástico y lo hiper-real, con esa voz mística que aplícan con tanta sensatez los escritores de su tierra.


Friday, February 7, 2014

"Wild Sea" by Serge Dedina

“Wild Sea” is a valuable read surfers of the southwest's wave, but also offers ideas for those engaged in coastal conservation anywhere in the world.

Author Serge Dedina brings to this brief and very personal work a lifetime on the waters of both Southern California and Baja California Mexico. He has surfed Imperial Beach (IB) since his childhood, worked as a lifeguard and slowly evolved into a coastal conservationist, co-founding the group “Wildcoast.”

The book documents campaigns the writer has been involved with, “to preserve the last wild coastline and marine wildlife of the Californias and to provide a look at the roots of the binational coastal culture of the Californias.”

By his own admission, Dedina is not aiming for a “neutral academic monograph on coastal management," rather a “passionate, unapologetic defense of our coastal heritage.”

A curation of pieces written at different times, the book selection and chronology nonetheless binds them together, starting with a lyrical piece about the first surfers to hit the Baja California coastline, before getting into the innards of environmental battles such as that to save Trestles beach on the border between San Diego and Orange counties.

These donnybrooks are not just about saving waves, they are about saving whales and lagoons and the micro-economies that live off the ocean and surrounding environment.

There are also cultural cul-de -sacs where SoCal punk, Tijuana punk, old school IB surfers, lucha libre wrestling, and the filing of “John From Cincinnati” are all somehow tied together.

More than anything though, Dedina's book is a manifesto of surfers' engagement with The Big Enchilada (as opposed to willful ignorance) in an effort at saving coastal resources important to them.

This is new ground, and the author hopes that the use of pop culture will do some of the heavy lifting in converting the apolitical into an army of the committed.

He writes: “Imagine if government was relevant to our lives, reached out to our kids, and allowed us to solve problems by surfing Black's or skating Washington Street with elected officials, instead of having to bang on smoke-filled backroom doors to speak with them. That would be very cool indeed.”

Dedina, whom as of this posting is running for mayor of Imperial Beach, can now put his ideas to the test and a scale worthy of their aspirations.